Cada día crecemos un poquito más, y por lo tanto nos acercamos más al que será nuestro final. Hemos crecido con finales felices en todos los cuentos, pero no siempre hay felices finales en la vida y ya hemos empezado a descubrirlo. Y ahora que eres mayor anhelas todo por lo que antes eras feliz, simplemente feliz, sin motivo, solo feliz. Has sido de la generación en la que Harry Potter nos enseñaba a ser valientes, amables y optimistas. Fuiste ese niño/a que corría por las calles en blanco y negro y las pintaba con los colores más bonitos de la felicidad, ese niño/a que miraba el cielo y sentía el poder de las estrellas, ese niño/a que se hacia el valiente al pasar a través de la oscuridad. La infancia tiene sus propias maneras de ver, pensar y sentir. Recuerda como te sentías, cuando tu padre te cogía en volandas, como tu abuela te daba besos y apretones, como tu vida se reducía a los juguetes y sonríe, sonríe porque esos son los recuerdos que vale la pena recordar, esos por los que vale la pena luchar. Porque al fin y al cabo, todo se acaba, como Harry Potter. . .
Esa pequeña Laura, que Laura lleva en su corazón.
Pd: I el verano llega a esta pequeña pelirroja. . . Os veo en una semana, pero no me voy, no sin mi libreta i mi boli, para volver con todas esas pequeñas sensaciones de la vida.