Cuando escribes, porque no te queda nada más.
Cuando escribes, porque estás harta de llorar, de gritar y de que no te escuchen.
Cuando escribes, porque estás harta de que las personas pasen a tu alrededor sin percatarse de que estás ahí, de que tú, estás ahí.
Cuando escribes, porque sentirse invisible ya no es una opción.
Cuando escribes, porque la garganta te arde de contener gritos que nadie escucha, que nadie percibe en el fondo de tus ojos.
Cuando escribes, porque no puedes hacer otra cosa.
Cuando escribes, porque lo necesitas, es tu vida, y no tienes otra forma de expresarte.
Cuando escribes, porque le quieres.
Cuando escribes, porque le odias.
Cuando escribes, porque no sabes qué sientes.
Cuando escribes, porque los susurro son gritos y las caricias, navajazos.
Cuando escribes, porque el alma te duele.
Cuando escribes porque no te queda nada.
Cuando escribes, porque sientes demasiado.
Cuando escribes, porque hablar no es una opción.
Porque sentir esto no es una opción.
Porque está mal.
Porque no debo.
Porque no.
Y punto.