Mire por la ventanilla. Dejaba atrás un mundo lleno de alegría, tristeza y emoción. Dejaba atrás mi vida. Mi vida sin mi. El atardecer inundaba el cielo de un color naranja intenso. En mi nueva vida encontraría la esperanza, la belleza, el vivir un vida para mí. Nunca más me controlaría el espejo.
Todo empezó hace tres veranos, yo no era una chica del montón. Desprendía alegría, belleza y felicidad. Pero todo cambió ese mismo verano cuando al subir a la bascula los 58 kilos desataron mi horror, 58 kilos que me llevaron a la mas profunda paranoia. Empecé a pensar que cabía la posibilidad de que estaba demasiado gorda para vestir de tal manera, que estaba demasiado gorda para gustarle a la gente. Dejé de valorarme y sin darme cuenta empecé a rechazar la comida. Dejé de comer cosas innecesarias como las galletas, el chocolate, etc. Poco a poco y sin intención fui dejando de comer las cosas que más me gustaban. Cuando me empecé a dar cuanta del cambio, me empezó a gustar y ese fue el problema. Mi peso había bajado considerablemente y además sentía poder, control sobre mí, sobre mi cuerpo, y eso me gustaba. Yo decidía cuando comer y que comer. Pero la paranoia de adelgazar no cesaba, cada día quería perder más peso que el anterior. Entonces fue cuando conocí a Ana, o como la llamaban los llamados doctores, Anorexia Nervosa. Empecé a pensar que mis amigas no me entendían y cuando la inseguridad se apoderó de mi mente, Ana estuvo ahí para ayudarme. Ella lo cambió todo. Ana me exigía demasiado, no me tenía permitido comer grandes cantidades, las horas de ejercicio aumentaban cada día y me llevó hasta al límite. Tenía miedo de defraudarla y de perder todo lo que me había costado lágrimas conseguir. Me perseguía a lo largo del día, en el colegio, en casa, en la calle. Ana era mi obsesión. Vivía una vida sin mi, en la que ahora mi única amiga era Ana, en la que mi única razón por vivir era Ana. Sabía lo que era querer morir. Lo que dolía sonreír. Como intentaba encajar , pero no podía. Como me hacía daño por fuera, para matar lo que tenía por dentro. Pero cuando de verdad se desató mi horror, fue cuando escuche a mis padres llorar, llorar desconsoladamente por la bella flor que se estaba marchitando delante de ellos. Me sentía mal, sola, de ver que estaba destrozando una familia que en tiempos aún memorables había sido feliz. Lloraba en mi soledad deseando que Ana se marchara que Ana desapareciera. Cada noche en solitario me preguntaba a mi misma: ¿Por qué a mi? ¿Por qué tú? Ya no se trataba de adelgazar si no de desaparecer para siempre. Cuando me di cuenta de que tal vez sería momento de pararlo, fue imposible, ya estaba como en un laberinto. Casi se me apagó la luz, llegué a ser solo el eco de una voz que un día brilló. Pero un día, renació la esperanza, la luz volvió a brillar, me di cuenta de que estabais ahí gritando sin miedo que aun creíais en mi. Y hoy por ti, y por mi, estoy aquí, con más fuerza, sin miedo.
Viviré con esa etapa de mi vida para siempre. Por eso hoy me marcho, me marcho de aquí, dejando todo atrás, pero no para olvidar, si no buscando una nueva vida, buscando personas que no me dejen caer jamás y dejando atrás un vida, una vida sin mi.
Pd: Este fue un microrelato que escribí el verano pasado y que fue ganador de un concurso. Quería compartirlo con vosotros y que dejarais vuestra opinión, se que es chocante pero esta escrito desde lo más fondo de mi corazón.
Pd: Este fue un microrelato que escribí el verano pasado y que fue ganador de un concurso. Quería compartirlo con vosotros y que dejarais vuestra opinión, se que es chocante pero esta escrito desde lo más fondo de mi corazón.