Paseaba por la orilla, observando cada pisada que la tierra marcaba y hacía desaparecer con el paso del agua. Parecía irónico porque así era como se sentía, pasajera, volátil. Raíces y estabilidad era lo que más deseaba, pero no sabía que el destino le tenía preparado un juego totalmente distinto.  Lo tenía todo, o por lo menos de eso se intentaba convencer cada noche, cuando caminando entre las suaves sabanas del mar creía encontrarse por una vez al día, en compañía. Aquellas estrellas desprendían una tenue luz que volvía al mar aún más bello de lo que era. Las suaves olas se habrían paso ante un mar majestuoso casi con timidez aquella noche. Aquella belleza, la tenía fascinada. Siempre había creído que lo hermoso se escondía bajo lo recargado, y que era algo de lo que estaba muy lejos de apreciar jamás, lo hermoso no entraba en sus planes. Y sin embargo, aquella noche, la vida le mostró una visión muy diferente de las que ella había podido apreciar jamás. El agua en sus pies se sentía fría y distante, pero hermosa. Lo que le producía un sentimiento de odio casi incontrolable. Y pronto las lágrimas de ese pequeño corazón cayeron casi ansiosas a encontrarse con aquel mar tan hermoso de noche. . .

Corría a través de los húmedos árboles intentando huir de esa realidad a la que tanto temía. El cielo tenia un color gris que no transmitía precisamente felicidad, y así se sentia, ausente de ella.  Los pies descalzos en contacto con la tierra fría y húmeda corrían sin cesar. Aquella imagen no era nada raro en ella. Huir de los problemas era algo que hacía constantemente. El bosque empezó a mostrarle dificultades al paso y en uno de los intentos por saltar, callo de bruces frente a un charco, donde se encontró con su mayor pena y problema, su reflejo. . .

Pd: Me habéis echado de menos?