Escribo porque tengo que hacerlo, porque fuera llueve y dentro también, porque el cielo está gris y mi alma también, porque los minutos pasan, las horas, los días, las semanas y los vacíos me abruman sin dejarme respirar. Me ahogo entre momentos que deberían importarme y no lo hacen, entre sentimientos que me desgarran el corazón y me cortan la respiración. Porque me arrastro y no sé cómo levantarme, porque me he tropezado y aún no he dejado de caer.
Porque podría sangrar y me daría igual.
Porque a veces sueño con no terminar de cruzar la carretera.
Es como el silencio tras una catástrofe o el segundo precedente a un disparo. Es hueco, vacío, nada.